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El rector de la Universidad Tecnológica Ecotec está nominado al Premio Eugenio Espejo 2024, que será entregado el 9 de agosto en el Día Nacional de la Cultura.

Celia Del Carmen Vera San Lucas
El Universo (Ecuador) - 9 de julio de 2024

¿Qué es la filosofía? ¿Por qué se hace filosofía? ¿Cómo se hace filosofía? Son preguntas difíciles de responder sin explicar antecedentes, dice Joaquín Hernández Alvarado, doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú y rector de la Universidad Tecnológica Ecotec.
 
“Soy filósofo de formación y quiero explicarlo, porque en Ecuador la mayoría de las facultades de Filosofía son -en realidad- facultades de Educación. La filosofía es un saber distinto, que tiene un rigor, un método, una coherencia. Es una reflexión sobre la existencia humana, sobre cómo vivimos en el mundo”, enfatiza el filósofo Hernández, quien tiene doble nacionalidad: salvadoreña de origen y ecuatoriana por méritos.
 
Nacido en San Salvador e hijo único de Joaquín Hernández y Rosa Alvarado Angulo, sus años de secundaria en el colegio de los jesuitas (Externado San José) fueron clave para su formación filosófica e intelectual.

Tenía 20 años cuando llegó a Quito el 10 de agosto de 1968, fecha en la que José María Velasco Ibarra asume por quinta ocasión la Presidencia de la República (después se enteraría de ese acontecimiento), para ingresar a la Compañía de Jesús y continuar con su formación en humanidades clásicas.

Escogió a Ecuador como destino por la gran tradición humanística en formación clásica que el padre Aurelio Espinosa Pólit, fundador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador (PUCE), había instaurado. El padre Espinosa fue un jesuita muy distinguido y uno de los más importantes humanistas del siglo XX.

“En los 60 ya están ocurriendo cosas, hay un nuevo orden que está cambiando y una nueva sociedad que está surgiendo. La Compañía, muy sensible a esto, se pregunta ¿cómo es la gente a la cual vamos a evangelizar?, e hizo cambios en los estudios. Por ejemplo, Ernesto Albán Gómez, doctor en Jurisprudencia y un apasionado de la Literatura, nos dio una cátedra de literatura contemporánea y de repente empezamos a enterarnos del boom latinoamericano”, recuerda Joaquín. Así descubrió a Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Carlos Fuentes y José Donoso.

Cuando terminó sus estudios de filosofía tenía que regresar a El Salvador para hacer un par de años de magisterio y de ahí irse a estudiar teología. Sin embargo, no le gustaba el giro que estaba tomando la Iglesia con la izquierda. “Y al final tomé la decisión de salir de La Compañía. En mi caso fue muy ideológico, de feeling, de sentimiento”, revela.

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