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"Enseña a los niños, y no será necesario castigar a los hombres" Pitágoras

Lisandro Prieto Femenía - 27 de agosto de 2024

¿Por qué incorporar filosofía entre los espacios curriculares escolares, de todos los niveles y modalidades? Es una de las preguntas recurrentes que me han hecho y la respuesta, con ciertas variaciones, dependiendo quién pregunta, apunta siempre a que la incorporación de la filosofía en la educación, en un mundo cada vez más complejo y globalizado, donde la información es accesible de manera inmediata es imprescindible formar en la comprensión y el pensamiento crítico, siempre rezagados en la totalidad de los planes de estudio. O, en pocas palabras, porque es imperativo que enseñemos a pensar.

Una de las principales razones para incluir la filosofía en la escolaridad obligatoria es su capacidad de fomentar el juicio crítico, es decir, formar seriamente a los alumnos a tener un criterio propio que escape a la repetición de loro permanente. En este sentido, Matthew Lipman, filósofo y creador de un programa de filosofía para niños, en su obra "Thinking in Education" (2003) argumenta que "la filosofía es la única disciplina que tiene como objetivo explícito enseñar a pensar sobre el pensamiento" (Lipman, 2003, p. 45). Se trata de un enfoque que no solo ayuda a los estudiantes a cuestionar y analizar la información que reciben, sino que también los capacita para desarrollar una autonomía intelectual que les permita tomar decisiones informadas y responsables a lo largo de sus vidas: no es lo mismo estar formateado en el modelo educativo de la repetición que no cuestiona nada, que ser educado en un modelo que corrobore que ser crítico nos abre las puertas a un universo de saberes profundos y a la adquisición de capacidades y competencias sumamente útiles para no ser, justamente, un inútil funcional.

Además, la filosofía juega un papel crucial en la formación de ciudadanos conscientes y comprometidos con su entorno. En este sentido, Martha Nussbaum nos indica en su obra "Cultivando humanidad" (1997) que la "educación es para la democracia lo que la filosofía es para la vida: una preparación para participar en la vida pública y tomar decisiones éticas y políticas informadas" (Nussbaum, 1997, p. 85). En este sentido, la enseñanza de la filosofía desde los primeros años de la escolaridad, puede contribuir a formar individuos capaces de reflexionar sobre cuestiones éticas y políticas, fomentando así una participación activa (y  crítica) en una sociedad que al mismo tiempo que demanda que nos involucremos, mira hacia los costados cuando se presentan severos problemas de injusticia e inequidad.

Asimismo, la filosofía tiene un impacto significativo en el desarrollo moral y ético de los estudiantes, tal como sostuvo Emmanuel Levinas en su obra "Totalidad e infinito" (1961) cuando dejó en claro que la importancia de la ética en el plano educativo merece el tratamiento de la misma como una "filosofía primera", a saber, como la base de toda relación humana. Esto quiere decir que al incorporar la filosofía en la educación obligatoria se le proporciona a los estudiantes las herramientas necesarias para pensar sobre sus acciones y decisiones, así como también desarrollar una comprensión severamente más profunda de la justicia, la equidad y el respeto irrestricto hacia los demás.

"La ética no es una rama de la filosofía, sino la filosofía primera, porque la r¿Por qué incorporar filosofía entre los espacios curriculares escolares, de todos los niveles y modalidades? Es una de las preguntas recurrentes que me han hecho y la respuesta, con ciertas variaciones, dependiendo quién pregunta, apunta siempre a que la incorporación de la filosofía en la educación, en un mundo cada vez más complejo y globalizado, donde la información es accesible de manera inmediata es imprescindible formar en la comprensión y el pensamiento crítico, siempre rezagados en la totalidad de los planes de estudio. O, en pocas palabras, porque es imperativo que enseñemos a pensar.

Una de las principales razones para incluir la filosofía en la escolaridad obligatoria es su capacidad de fomentar el juicio crítico, es decir, formar seriamente a los alumnos a tener un criterio propio que escape a la repetición de loro permanente. En este sentido, Matthew Lipman, filósofo y creador de un programa de filosofía para niños, en su obra "Thinking in Education" (2003) argumenta que "la filosofía es la única disciplina que tiene como objetivo explícito enseñar a pensar sobre el pensamiento" (Lipman, 2003, p. 45). Se trata de un enfoque que no solo ayuda a los estudiantes a cuestionar y analizar la información que reciben, sino que también los capacita para desarrollar una autonomía intelectual que les permita tomar decisiones informadas y responsables a lo largo de sus vidas: no es lo mismo estar formateado en el modelo educativo de la repetición que no cuestiona nada, que ser educado en un modelo que corrobore que ser crítico nos abre las puertas a un universo de saberes profundos y a la adquisición de capacidades y competencias sumamente útiles para no ser, justamente, un inútil funcional.

Además, la filosofía juega un papel crucial en la formación de ciudadanos conscientes y comprometidos con su entorno. En este sentido, Martha Nussbaum nos indica en su obra "Cultivando humanidad" (1997) que la "educación es para la democracia lo que la filosofía es para la vida: una preparación para participar en la vida pública y tomar decisiones éticas y políticas informadas" (Nussbaum, 1997, p. 85). En este sentido, la enseñanza de la filosofía desde los primeros años de la escolaridad, puede contribuir a formar individuos capaces de reflexionar sobre cuestiones éticas y políticas, fomentando así una participación activa (y  crítica) en una sociedad que al mismo tiempo que demanda que nos involucremos, mira hacia los costados cuando se presentan severos problemas de injusticia e inequidad.

Asimismo, la filosofía tiene un impacto significativo en el desarrollo moral y ético de los estudiantes, tal como sostuvo Emmanuel Levinas en su obra "Totalidad e infinito" (1961) cuando dejó en claro que la importancia de la ética en el plano educativo merece el tratamiento de la misma como una "filosofía primera", a saber, como la base de toda relación humana. Esto quiere decir que al incorporar la filosofía en la educación obligatoria se le proporciona a los estudiantes las herramientas necesarias para pensar sobre sus acciones y decisiones, así como también desarrollar una comprensión severamente más profunda de la justicia, la equidad y el respeto irrestricto hacia los demás.

 

Concretamente, amigos míos, vale la pena que desarrollemos, de la manera más sencilla y pragmática posible, una serie de argumentos que servirán para convencernos de la importancia de incluir la filosofía en la vida educativa de nuestros hijos. 

NOTA: Esta es una versión abreviada del texto original enviado por Lisandro Prieto Femenía

Ilustración propia FEM-PlaygroundAI

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