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Marina Segura Ramos
Infobae - 18 de octubre de 2023

El filósofo chileno Carlos Peña se rebela en su último ensayo contra la idea de que la filosofía es un saber prescindible y de que la universidad debe atender en exclusiva las necesidades técnicas y productivas de la sociedad capitalista, y opina que en un mundo sin reflexión no hay lugar para la democracia.

En una entrevista con motivo del lanzamiento en España de "Por qué importa la filosofía" (Taurus), el rector de la Universidad Diego Portales (Chile) denuncia que existe "un imperio de la utilidad inmediata: esperamos que la escuela o la universidad satisfagan necesidades acuciantes, nos provean de cosas útiles o que tengan valor de cambio, susceptibles de ser transformadas en mercancías".

Sin embargo, la filosofía y las humanidades "no cumplen ninguna de estas tareas, por lo que hoy la mayoría de la gente piensa que estos quehaceres son desechables, distracciones, no fundamentales para la vida".

Por contra, "yo creo que son imprescindibles para la vida contemporánea porque permiten que las personas se transformen en individuos reflexivos, capaces de deliberar acerca del mundo y de lo que son. Estos sujetos reflexivos se alcanzan mediante el diálogo sin fin, la lectura, la escritura... son esenciales para la vida democrática", añade Peña, que en el libro se vale de anécdotas e ideas de Heidegger, Wittgenstein u Ortega y Gasset.

El filósofo advierte de que un mundo donde solo se cultive la utilidad técnica y únicamente sirva aquello que es transformado en mercancía "sería un mundo donde la democracia no tiene ningún lugar y donde daría lo mismo ser gobernado por un dictador benevolente o un técnico sagrado".

"La democracia entendida como la capacidad de la humanidad para gobernarse a sí mismo no tendría ningún lugar porque no tendría sujetos capaces de ejercerla", afirma.

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