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"Cultura del descarte" fue popularizado por el Papa Francisco para describir una realidad durísima

Lisandro Prieto Femenía
El Mexicano - 19 de julio de 2024

Hace unos cuantos años el Papa Francisco realizó en su encíclica "Laudato Si" (2015) una denuncia que en su momento sonó poderosa y se fue diluyendo, como todo en este mundo líquido: criticó una sociedad que trata a las personas y a los recursos naturales como objetos desechables, promoviendo de esta manera un estilo de vida basado en el derroche y la falta de respeto por la dignidad humana y el ambiente. Esa reflexión nos invitó a profundizar en el concepto del derroche y su relación con una vida estrictamente inauténtica, que hoy volveremos a discutir con ustedes.

La frase o término mismo de "cultura del descarte" fue popularizado por el Papa Francisco para describir una realidad durísima pero, paradójicamente, abrazada y naturalizada por todos nosotros, a saber, tratamos a las personas, a los animales y a nuestro ambiente como basura luego de haberlos usado, disfrutado, consumido, como si fueran cosas reemplazables al dejar de ser "útiles". ¿Suena duro verdad? Más dura es la realidad, en tanto que se ha instalado como "normal" la sistematización de la marginación de personas, multiplicando día a día la cantidad de pobres y desesperados que, por más que los neguemos y no los miremos, comparten mundo con todos nosotros.

El consumo desproporcionado y el derroche, en este contexto, puede entenderse como una manifestación de una vida carente de autenticidad puesto que carece de un sentido profundo y significativo más allá de la patética visión de felicidad mediante la adquisición de bienes y servicios. Evidentemente tenemos que meter a Heidegger aquí justamente porque para él la autenticidad se logra cuando uno vive de acuerdo con su propio ser y no simplemente conforme a las expectativas y normas impuestas por una sociedad enferma. Visto así, el derroche se traduce en sintonía con un síntoma de una vida alienada del propio ser, o sea, que ha reemplazado su interés por existir por el interés a tener, gastar, acumular, lucir y demostrar. ¿Patético no?

En su obra "La pregunta por la técnica" (1954), Heidegger analizó cómo la tecnología moderna no solo transforma nuestra relación con el mundo, sino con nuestra comprensión del ser mismo al aseverar que "la esencia de la técnica no es nada técnico. La técnica es una manera de revelar, es decir, de traer a la luz y hacer que se manifieste aquello que, en sí mismo, no es manifiesto" (Heidegger, "Die Frage nach der Technik", 1954). La tecnología es mucho más que un conjunto de herramientas y procesos puesto que tiene un impacto más profundo en nuestra forma de comprender nuestra existencia ya que es un modo de revelación que transforma la percepción del ser y el mundo circundante. El peligro que visualizaba Heidegger, hace setenta y cinco años, sobre la técnica es que nos conduzca a una visión del mundo como recurso disponible para la explotación y el dominio del ser humano mediante un enfoque instrumental que puede reducir las cosas y las personas a meros objetos "útiles" en función de fines técnicos y económicos, en lugar de ser valorados en su propia dignidad y singularidad. El hombre como "cosa útil"...¿Les suena conocida la película?

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Imagen ilustrativa NO en el original - FEM/PlaygroundAI

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